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El piririta, nombre dado a un ave del Paraguay, también tiene otros nombres vulgares como pirincho, pilincho o rubia loca.

Un ave inconfundible por su particular aspecto. Dependiendo de la época se la puede ver y escuchar en nuestro propio jardín. Esta es una de las aves con un peinado especial, levantado, pero con un canto llamativo, melodioso de tonalidades decrecientes y el músico inspirado en este canto logró un buen parecido en el arpa paraguaya y tambien reproducido en guitarras.


Aca reproducimos la version de Juan Cancio Barreto.


Juan Cancio Barreto - Vya'y Yave

En una de sus presentaciones el mejor guitarrista actual del Paraguay interpreta magníficamente esta canción inmortal paraguaya.

Tren Lechero - Juan Cancio Barreto

Melodía magistral de FÉLIX PÉREZ CARDOZO, que imita los sonidos del tren.

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La música Tren Lechero nació en San Lorenzo en una noche de bohemia en la casa de Don Pedro J Carles donde acudía a menudo Don Félix Pérez Cardozo quien en una de esas noches de bohemia escuchando los bufidos del tren empezó a imitar los ruidos de la locomotora con su arpa, mas tarde la compuso totalmente y lo llamó El Tren Lechero. 

Actualmente esta canción es ponderada en varios paises del mundo.

Aquí en el vídeo la increíble interpretación en guitarra de Juan Cancio Barreto.

El canto de mi selva (Sinfonía de Pájaros) - Juan Cancio Barreto y La Orquesta de Luis Alvarez.

Tras el Golpe de Estado del 17 de febrero de 1936 que lleva al gobierno al coronel Rafael Franco, Herminio tomó el camino de su primer exilio para arribar a Concepción. Luego rumbeó al este, para dirigirse al Brasil. 
"Fue en las picadas del monte Chirigüelo, entre Concepción y Pedro Juan Caballero que se inspiró para componer el aire paraguayo que llamó “El canto de mi selva” Allí, en algún arrugado cuaderno seguramente, escribió sus notas iniciales y, con el tiempo, terminó", contaba doña Victoria Miño, la viuda -también ya fallecida-, de Herminio.

"Cuando iba con sus compañeros cruzando el bosque inmenso, al amanecer, le sorprende el canto de los pájaros de la selva. Las primeras luces van llegando con la fiesta que había en el entorno. Las voces que se notan claramente y con mayor insistencia son las del pájaro campana y el chiricote. El flautín hace la voz del guyra campana y la flauta la del chiricote. 


También interviene el clarinete, que tiene un timbre parecido al de esos otros dos instrumentos. Otras aves también aparecen en el concierto que tiene ritmo de polca y a ratos es muy vivaz. En un momento dado, todo se detiene y hay una especie de competencia entre los dos pájaros principales. Al final, todos vuelan para buscar su sobrevivencia del día y eso se refleja en la música donde todas las voces se superponen", relataba también doña Victoria.

"El compositor presenta este incitante intercambio de voces como estímulo para que, en vigoroso crescendo, todas las aves se vayan sumando con su canto al himno de exuberante sonoridad que saluda al alba del nuevo día. El tutti de la orquesta presta adecuado marco al final de la obra" dice José Fernando Talavera.

Aquí un vídeo con música e imágenes:
Composición del Maestro HERMINIO GIMÉNEZ.
Interprete: Juan Cancio Barreto y La Orquesta de Luis Alvarez.

 


Fuente: texto de Portal Guaraní

PUNTEÁDA OKÁRA - Juan Cancio Barreto




  • Alma campesina en cuerdas de guitarra.

Cuando uno se pregunta por qué una composición —con letra o no—, se adentra tan profundamente en el alma popular es difícil encontrar una respuesta abarcante. Cada obra que llega y se queda en el corazón tiene su encanto peculiar. No siempre resulta fácil expresar por qué se ama tanto una polca, una guarania, un rasguido doble. Sencillamente, entonces, se dice que tiene un ángel particular. El oyente-juez, al fin de cuentas, al adoptarla como suyo, es el que emite su veredicto. No hallará palabras para explicar lo inexplicable, pero le será invariablemente fiel.

Los intérpretes no son únicamente quienes escogen una creación musical para agregarla a su repertorio. Son también aquellos artistas que sintonizan con el sentimiento de su pueblo y eligen aquellas piezas con las que se comunican plenamente con los destinatarios de su quehacer interpretativo.

En la obra Punteáda okára se sintetiza ese mundo donde los dos polos —los del auditorio y el intérprete—, se unen magníficamente: por un lado para los amantes de la música popular paraguaya lleva alas de una magia particular y, por otro, es una niña mimada para los guitarristas porque saben que cada compás es un racimo de sencillez, belleza y esplendor cautivantes.

Enrique Coeffier Escobar —no Coffier como se simplifica con harta frecuencia, por desconocimiento—, es el autor de esa melodía infaltable en la destreza interpretativa del mbaraka mbopuha ysapy, campesino, y del concertista que frecuenta los exquisitos salones, pasando por sus diversos niveles intermedios.

Ese creador, de ascendencia francesa, miró su primer día de vida en San Estanislao (San Tani) el 19 de julio de 1919, según los datos coincidentes rescatados gracias a las memorias de su viuda Carmen Arnilda Da Costa Berino (apodada Perla), su hijo Luis Alfredo Coeffier (guitarrista, compositor y docente) y su hermana Nélida Coeffier de Recalde, directora de un colegio privado de nuestra capital.

“Era nuestro hermano de padre, que se llamaba Alfredo Coeffier y falleció en 1948. Nosotros no le conocíamos a Enrique y un buen día, muy jovencito, se fue llegando junto a nosotros a Santaní con su camión Chevrolet”, dice Nélida Coeffier de Recalde.

“Él era un músico extraordinario. No estudió nunca, pero tocaba con maestría, además de la guitarra —que era su instrumento principal—, el acordeón a piano, el bandoneón, el arpa y el piano”, recuerda en tanto doña Carmen viuda de Coeffier, quien conoció al que luego sería su marido en un tren, camino a Buenos Aires.

Relata luego que siendo adolescente Enrique ingresó a la Marina. Cuando su amigo inseparable —cuyo nombre desapareció en la bruma del tiempo—, le comunicó que se mudaba a la aviación, él no quiso quedarse solo. Juntos se trasladaron a la Aeronáutica. El santaniano, pronto, se convirtió en un avezado mecánico de aviones.

Dada su capacidad, fue escogido, entre otros, para usufructuar una beca de perfeccionamiento en San Pablo, Brasil. Allí Coeffier fue el mejor alumno, siendo contratado como instructor en la institución donde había sido estudiante.

Después de trabajar en el aeropuerto de Morón, Buenos Aires, se reintegró a la Aeronáutica Militar de nuestro país.

“Cuando nos casamos, en 1948, él ya había compuesto Punteáda okára”, rememora doña Perla. “Le gustaba tocar de madrugada, kay’uhápe (tomando mate). Era alegre y a esa hora componía y ensayaba sus temas”, añade.

“Cuando estaba de guardia llevaba su guitarra. Estar con él ahí era estar en una fiesta”, complementa su hijo Luis Alfredo.

“Lo que contaba con respecto a Punteáda okára es que veía y escuchaba en la campaña cómo punteaban la guitarra los artistas intuitivos. Ahí, en la manera de tocar de los músicos campesinos, se inspiró para hacer una melodía alegre, vivaz. Le gustó el estilo y lo reprodujo, a su manera”, acota luego.

El que divulgó Punteáda okára por todo el Paraguay fue Antonio Aguilar con su Cuarteto Venus. “Nosotros, en la década de 1950, escuchamos en una pensión de San Tani esa obra. La tocó un músico lugareño en guitarra. Yo no conocí a su autor, pero me dijeron que era santaniano. Nos gustó, lo grabamos en una vieja Geloso y, en solo instrumental, era parte de nuestro repertorio en Radio Guarani donde teníamos un programa animado por Rodolfo Schaerer Peralta”, cuenta el acordeonista Antonio Aguilar.

“La primera grabación es de Pepito Bordón y su Conjunto Las Tres Fronteras. Se hizo en San Pablo, Brasil”, precisa el músico y compositor.

El autor de Punteáda okára murió en trágicas circunstancias no investigadas ni aclaradas hasta hoy. Fue el 24 de octubre de 1962. Enrique Coeffier era, entonces, Teniente Primero y, de manera póstuma, lo ascendieron a Capitán. Su reló, a orillas del río Tebicuary, se detuvo a las once menos diez. La versión oficial del stronismo fue que murió ahogado. Y, entonces, no había que hacer preguntas. Solo disimular que se aceptaba esa causa, aunque no se la creyera.


Aqui Juan Cancio Barreto y su subrino en vivo: 


Texto tomado de Portal Guaraní

Juan Cancio Barreto


  • Es hijo de Carmen (Pochó) Emategui, y de Rodolfo (Pochó) Barreto. Los primeros pasos con su viejo amor, la guitarra, lo dio cuando su papá, a los 13 años le regaló una guitarra pequeña (el requinto). 

A partir de ahí, ya no dejó nunca este maravilloso instrumento. A los 14 años conoció, en los obrajes de Jejui Guasu, a Efrén Echeverría, el cual probablemente sin saberlo, estaba marcando con sangre y fuego, lo que sería posteriormente su particular estilo, en este niño prodigio del requinto, evento que el artista recuerda con cariño y gratitud.

Juan Cancio compartió y recibió el ejemplo de los grandes músicos con tanto talento y fama por el mundo y una rica herencia de canciones inolvidables a: Mauricio Cardozo Ocampo, Eladio Martínez, Diosnel Chase, Emilio Vaesken, Emigdio Ayala Báez, Samuel Aguayo, Agustín Barboza, Luis Alberto del Paraná y Faustino Brizuela.

Durante sus frecuentes giras, Juan Cancio Barreto ha viajado mucho, llevando con él, el duende juguetón que hay en su música conquistando audiencias en el Paraguay y fuera de fronteras. Continúa recorriendo el interior de nuestro país y visitando la Argentina, Brasil, Chile, donde sigue cosechando galardones por sus magníficas actuaciones artísticas.

(Tomado de Wikipedia)

Aquí en una de sus actuaciones en vivo con el tema Nelly: